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viernes, 9 de noviembre de 2012

EL CAMINO Y EL ROCIO CHICO

EL CAMINO


         


            Momento de especial importancia para la vida de un rociero.
            El rociero se prepara para partir de su Hermandad y con su Hermandad hasta la Aldea del Rocío, donde se encontrará con la Virgen.
            Los romeros, culminan sus preparativos, y se disponen por dentro y por fuera para caminar, como expresión de una experiencia que excede el mero desplazamiento físico y que hace más bien referencia a ese “asedio” amoroso que desde casi todos los puntos geográficos de la Baja Andalucía y más allá, se despliega sobre la aldea.
            Es el camino-rito que media entre la peculiar situación de cada uno y la mirada amorosa de la Virgen: un peregrinar purificante que hace posible un proceso de acercamiento progresivo no sólo físico, sino también espiritual.
            En el camino hay momentos de bullicio, de palmas, de cante y de baile... Pero también hay momentos para el silencio y el sobrecogimiento.
            El camino se inicia allí donde radica la sede de la hermandad. La salida es el punto de arranque en el que se condensa el deseo y la emoción; en el que, prendidas al Simpecado, recorrerán simbólicamente el trayecto las miradas e ilusiones de todos los que, por una razón u otra, no podrán ir al Rocío. Ahora comienza un paréntesis en las vidas de cada uno, que se contagia de ese “tiempo sagrado” que implica todo hecho religioso.
            El camino concluye cuando nuestra Hermandad realiza el acto de Presentación, pasando por delante de la Señora, con la emoción de poder rezarle la Salve y darle las  gracias por haber culminado el sueño de estar ante Ella.


EL ROCÍO CHICO

            En el año 1813, Almonte, en agradecimiento a su Patrona por haberlo liberado del terror de las tropas francesas de Napoleón, hace solemne voto de pasar la madrugada del 19 de agosto para siempre en la Ermita de Nuestra Señora del Rocío, celebrando una Eucaristía solemne con cantos en acción de gracias por haberles concedido ese favor.
            Cuentan que aquellos momentos tan duros para Almonte, y para otros tantos puntos de España, las tropas francesas habían tomado el pueblo, hicieron de la casa de los Cepeda su cuartel general y amenazaban con incendiar el pueblo y acuchillar a sus habitantes. Pero un grupo de valientes almonteños logran vencer a los enemigos.
            El mariscal Soult se encontraba en la localidad de la Palma del Condado y al enterarse del suceso, decide acabar con la Villa de Almonte, degollando a sus vecinos y ordenando la llegada de ochocientos infantes para realizar la ejecución que pretendía.
            Todos los almonteños rogaron a la Virgen del Rocío, a su Patrona, que estaba en la Parroquia de Almonte, que los protegiera. Curiosamente, pues no se conocen las causa, los infantes no llegaron y el Mariscal Soult decidió llevarse preso al alcalde que fue liberado un día después en Hinojos. El pueblo se salvó del trágico final que les esperaba.
            Los almonteños agradecidos profundamente a su Patrona,  hacen la promesa del voto de acompañarla durante toda la vida cada 19 de agosto.
            Actualmente el pueblo de Almonte se sigue reuniendo con su Patrona, cumpliendo fielmente la promesa que en su día le hicieron y cada 18 y 19 de agosto, se celebra el Rocío Chico, que es como acabó conociéndose esta celebración.




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